domingo, 21 de marzo de 2010

Reflexiones de una legumbre

Caminando por la vida me encontré un garbanzo.
Le pregunté, muy curiosa, cuál era su destino. Se dirigía a casa de un amigo que vivía en las afueras, pues estaba harto de vivir en su tarro transparente, muy aclimatado, freso y seco. Desde allí podía ver todo lo que pasaba a su alrededor, pero sin poder participar. Estaba harto de tanto contemplar. "¡Qué vida más cómoda!", le decían las pelusas al verlo mirar. Pero él quería ser pelusa, quería correr y volar, y muchas cosas hacer, sin poder sólo contemplar.
Entonces, un día, muy decidido, se escapó del bote, recorrió rodando la cocina, se dirigió hasta el jardín y esquivó como pudo a Robby, la bola peluda que solía corretear entre las flores y los columpios.
Quizás esto no parezca probable, pero podrías serlo, ¿o no habéis encontrado nunca algún objeto en un lugar en el que parecía imposible que estuviera? Pues así debería ser todo. ¿Por qué este garbanzo debía quedarse en su tarro hasta que lo cocieran con un puñado de espinacas, o incluso que lo espachurraran hasta dejarlo hecho puré?
Él fue valiente, superó algunos obstáculos y se encaminaba a casa de su amigo.
¿Cómo seguirá su aventura?